Las sustancias químicas sintéticas son imprescindibles en el mundo actual. Presentes en todos los ámbitos de la vida y utilizadas en sectores tan diversos como el procesado alimentario, la industria textil o la fabricación de material sanitario, algunas de ellas también tienen su lado malo, con efectos nocivos para la salud o el medio ambiente si no se utilizan de la manera adecuada. En el sector agrario tienen un papel insustituible, a día de hoy, en herbicidas, fungicidas o fertilizantes. La Unión Europea está tratando de ir reduciendo o directamente eliminando su uso, aunque no siempre lo está haciendo de la manera adecuada ya que no se proponen alternativas para los productores; prueba de ello son las protestas de los agricultores por toda Europa en las últimas semanas, que tienen como una de sus causas la pretendida reducción de pesticidas en los próximos años.
En cualquier caso, la lucha contra estos productos es ardua y los resultados tardan en verse. En la UE están autorizados para uso agrario 37 pesticidas a base de PFAS (sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas), que son un conjunto de unos 4.700 agentes químicos sintéticos que se acumulan en los seres humanos y en el medio ambiente y pueden provocar problemas de salud, según la Agencia Europea del Medio Ambiente. Debido a sus propiedades impermeables tanto al agua como a la grasa, a su resistencia al calor y a su gran estabilidad, esas sustancias fabricadas por el ser humano se utilizan, además de en el campo, en una amplia variedad de productos, que van desde las cajas de pizza a los componentes electrónicos pasando por el teflón o productos de limpieza. Se denominan «químicos eternos» porque gozan de una persistencia excepcional en el medio.
Ahora, un estudio publicado esta semana por la Red de Acción de Pesticidas (PAN Europe), que llama a prohibir los llamados «químicos eternos» en la agricultura, ha desvelado que las frutas y verduras en la Unión Europea que presentan restos de sustancias PFAS se han triplicado en diez años. El análisis detectó 31 pesticidas a base de PFAS en frutas y verduras en la UE entre 2011 y 2021. «En 2021, frutas cultivadas en Europa como fresas, melocotones y albaricoques estaban particularmente contaminadas, a menudo conteniendo cócteles de tres a cuatro PFAS diferentes en una sola fruta», ha indicado la organización. En cualquier caso, hay que destacar que la mayoría de los residuos detectados se encontraban por debajo del Límite Máximo de Residuos (LMR).
El incremento de PFAS detectado en una década es del 220% para la fruta y del 274% para las hortalizas de la UE, registrándose el aumento más pronunciado en los albaricoques (+333%), los melocotones (+362%) y las fresas (+534%). Dentro de la UE, PAN Europe señaló como principales productores de alimentos con PFAS a Países Bajos, Bélgica, Austria, España, Portugal y Grecia. En 2021, el 35% de las muestras de fresas comunitarias analizadas contenían restos de PFAS, registro que aumenta hasta el 75% en el caso de las fresas de España, por encima de las uvas (64%) y los albaricoques (49%) o las espinacas (42%) para un total de 18 residuos de plaguicidas con PFAS detectados en España entre 2011 y 2021.
Fuera de la Unión Europea, los principales exportadores de frutas y verduras con PFAS a la UE son Costa Rica, India y Sudáfrica, si bien las muestras analizadas de las importaciones comunitarias relevan que el nivel es menor, con una exposición del 12 % para las fresas importadas. «Los agricultores generalmente no son conscientes de que están rociando 'pesticidas para siempre' en sus cultivos. No se menciona en la etiqueta», agrega PAN Europe, que sostiene que esas sustancias son «absolutamente innecesarias».
La UE adquirió en 2020 el compromiso de prescindir de todos los PFAS prescindibles, pero los pesticidas quedaron excluidos al considerarse que ya están suficientemente regulados por la Ley de Plaguicidas de la UE. La Comisión Europea, no obstante, ha retirado la actualización de esa ley para reducir el uso de pesticidas químicos tras las protestas de los agricultores y se ha comprometido a presentar una nueva propuesta.
De Marruecos.
En cualquier caso, el problema más graves está fuera de nuestras fronteras. Durante las tractoradas celebradas en estos días pasados en España, un grupo de agricultores volcó camiones marroquíes que traían productos agrarios. Alma Rural se ha puesto en contacto con Cultum para hacer público que estos agricultores recogieron muestras de dichos productos y fueron analizadas en un centro especializado. Esta organización remite a una información de una colaboradora publicada en el medio digital vozpopuli.com en la que se advierte de «un laboratorio sevillano analizó unos paquetes de fresas, otros de tomates y otros de judías verdes -aunque se tiene constancia de que también se realizaron hasta 12 análisis diferentes: de frambuesas, otro tipo de tomates, varios tipos de pimientos, pepinos, cebollas y aguacates-. En todos ellos, excepto en un tipo de pimiento, en los pepinos y en los aguacates, se ha encontrado algún elemento químico, materias activas o pesticidas en unos niveles que no están permitidos en la Unión Europea para poder comercializar cualquier producto en nuestras fronteras».
Se trata de productos cuya utilización sí está permitida en la Unión Europea, pero a unos niveles inferiores a los detectados en estos productos. Se trata de una de las demandas principales de los agricultores comunitarios: cláusulas espejo para las importaciones. El uso de estas sustancias, además de ser nocivo para la salud si se superan determinados límites, también supone una ventaja para el productor, dado que le permite hacer frente a plagas o enfermedades de mejor manera y aumentar así su rendimiento con una inversión similar.