En un momento en el que el debate sobre la necesidad de hacer más por Ucrania está a la orden del día entre la comunidad internacional, un nuevo acontecimiento ha vuelto a disparar la tensión de Rusia con Occidente. En esta ocasión, con el Gobierno de Olaf Scholz, tras salir a la luz una conversación filtrada por Moscú de oficiales del Ejército de Alemania sobre el posible envío de proyectiles a Kiev y su empleo contra el puente de Crimea.
En el audio, de 38 minutos de duración, cuatro altos mandos, entre ellos el máximo responsable de la Fuerza Aérea de la nación germana, revelan detalles que se desconocían hasta ahora, como que se podrían suministrar unos 100 misiles Taurus y cuántos se necesitarían para destruir el puente de Kerch, que une la anexionada península con Rusia continental.
Una escucha por la que el Kremlin llamó al embajador alemán en Moscú, Alexander Lambsdorff, para exigir explicaciones. «Berlín está obligado a responder a nuestras preguntas y asumir la responsabilidad por la conversación de los militares del Bundeswehr contra el puente de Crimea», declaró la portavoz del Ministerio de Exteriores de Rusia, María Zajárova.
Al diplomático también se le pidió responder por supuestos proyectos para prestar asistencia práctica a las Fuerzas Armadas de Ucrania en el uso de los misiles contra objetivos en territorio ruso. A juicio de Moscú, esos planes demostrarían «la implicación de Occidente, incluido Berlín, en el conflicto en torno a Ucrania», algo que no quedaría sin «respuesta firme».
Del lado alemán, la situación se ve desde una perspectiva completamente diferente y se advirtió contra el riesgo de hacerle el juego al jefe del Kremlin, Vladimir Putin, en sus intentos por dividir Europa.
«Se usa esto para reforzar el relato de un Occidente agresivo y hacer olvidar que es Rusia la que está haciendo desde hace dos años una guerra de agresión», denunció el viceportavoz del Gobierno germano, Wolfgang Büchner, quien añadió que «la idea de que Alemania esté planeando una guerra contra Rusia es absurda».
Poco después, el propio Scholz zanjó el debate al reiterar que no suministrará a Kiev los potentes cohetes Taurus, porque «soy el canciller y por eso esto es así».
En este sentido, subrayó que «no puede darse el caso de que entregues un sistema de armas que tiene un alcance muy largo y luego no pienses en cómo se puede controlar ese sistema». «Y si se quiere tener el control, y eso solo es posible si participan soldados alemanes, entonces eso está completamente fuera de discusión», enfatizó.
Nuevo pulso a la OTAN
Por otro lado, el Kremlin tildó de «provocativas» las acciones de la OTAN en relación con una serie de maniobras puestas en marcha ayer en las zonas más septentrionales de Finlandia, Noruega y Suecia, conocidas como Respuesta Nórdica 2024, y advirtieron a la Alianza de posibles «incidentes militares».