Durante mucho tiempo fueron las grandes olvidadas de la Historia del Arte. Mujeres que en un mundo esencialmente masculino se dedicaron a las Bellas Artes. Afortunadamente, en los últimos años, sus biografías y su legado van siendo poco a poco recuperados, gracias a estudios que luego se van concretando, en el caso de artistas plásticas, en exposiciones en galerías y museos. En varias ocasiones les he hablado de escritoras –particularmente de esa pléyade que durante nuestro Siglo de Oro se dio en las clausuras toledanas- y pintoras. Hoy quiero referirme a una escultora, Luisa Roldán, 'La Roldana', primera escultora española registrada y una de las cumbres del Barroco en nuestro país, creadora de de una obra de exquisita belleza y delicadeza.
Nacida en Sevilla a mediados del siglo XVII, fallecería en Madrid en 1706, tras haber alcanzado la categoría de escultora de cámara de los reyes Carlos II y Felipe V, lo que nos habla del prestigio logrado en su momento. Era la culminación de una carrera artística que desarrollada primero en Sevilla y más tarde en Cádiz, antes de marchar a la Corte.
La Roldana realizó una amplia producción, compuesta por esculturas de gran formato, algunas para procesionar, a las que se añaden sus deliciosas terracotas, hechas en pequeño tamaño, entre las que destacan los belenes y las delicadas representaciones de la Sagrada Familia. Entre las primeras descuella una que resulta particularmente impactante, El arcángel san Miguel venciendo al demonio, que podemos contemplar hoy en la Galería de las Colecciones Reales de Madrid. Se trata de una obra en madera tallada y policromada, de tamaño mayor del natural, complementada con tela encolada, de un finísimo policromado, en la que siguiendo el modelo popularizado en el Barroco por pintores como Guido Reni, el arcángel, portando en su brazo derecho elevado una espada flamígera, se dispone a asestar al diablo el golpe que lo derrote. Uno de los detalles más extraordinarios de la escultura es la plasticidad de la piel del demonio bajo el pie de san Miguel. Se dice que ella se retrató en el rostro angélico, dando al demonio el de su marido, el también escultor Luis Antonio Navarro de los Arcos, reflejando en ellos el Bien y el Mal. Se non è vero, è ben trovato.
El arte de La Roldana es, posiblemente, uno de los más exquisitos de nuestra rica tradición escultórica, anunciando, en muchas de sus creaciones, el rococó. Humanizó, para acercarlo al pueblo, la representación de los santos. Influyó en otros escultores del momento, como su sobrino Pedro Duque Cornejo o los escultores sevillanos Cristóbal Ramos y José Montes de Oca. Una obra amplia, diseminada por iglesias, conventos y museos de toda España y del extranjero, que se va enriqueciendo con nuevas atribuciones, sobre todo de obras que anteriormente se consideraban de su padre, de su marido o de otros escultores.
Luisa Roldán, un hito del arte español.